“¿Cuánto y cuán a menudo fracasamos?”
Escrito por Roger C.
Traducido por Keija X.
En abril de 1965, Bill W pronunció un discurso en la Conferencia del Servicio General celebrada en Nueva York, cuyo tema era “La responsabilidad hacia aquéllos a quienes servimos”.
AA tenía 30 años. Bill tenía 70. Era un período de reflexión para él. “Los veteranos somos una especie en extinción”, dijo, refiriéndose a los primeros miembros de AA. “La mayoría han partido hacia el ocaso de la vida”.
Expresó su deseo de que, pese a su desaparición, estos miembros hubiesen dejado a los actuales un legado suficiente para satisfacer sus necesidades, el cual pudiese además “ampliarse y enriquecerse”.
Bill se estaba preparando para la Convención Internacional del 30º Aniversario que había de celebrarse en julio de ese año en Toronto. La Convención, cuyo tema sería simplemente “Responsabilidad”, mantendría el espíritu de la Conferencia y Bill repetiría allí gran parte de su discurso.
Bill rememoró el pasado e hizo un inventario de la historia de AA “para ilustrar aquellos aspectos en los que todavía podemos mejorar”.
“Sabemos que aproximadamente un millón de personas alcohólicas se han acercado a AA en los últimos treinta años”, dijo. Tras estimar que “350.000 nos hemos recuperado de nuestra afección” gracias a la comunidad de AA, añadió: “Por tanto, debemos plantearnos seriamente qué les pasó a las 600.000 que no se quedaron”.
Es indudable que “no podemos llegar a algunas porque no sufren lo suficiente, y a otras porque sufren demasiado. Muchas de las personas que están sufriendo tienen complicaciones mentales y emocionales que parecen mermar sus posibilidades de éxito”, reconoció Bill.
Pero, ¿y todas las demás?
“¿Cuánto y cuán a menudo les hemos fallado?”, preguntó.
“Nuestra primera preocupación deberían ser las personas que sufren y a las que aún no hemos podido llegar”.
Bill era consciente de las carencias de la comunidad que había contribuido a crear y a la que claramente seguía venerando. Uno de los temas de su charla ya lo había abordado con anterioridad: la creciente rigidez de AA.
Aludió explícitamente a un colectivo dentro de la comunidad que, a menudo inconscientemente, hacía que cada vez más personas se sintiesen incómodas en los locales de AA. “Es un hecho histórico”, dijo, “que prácticamente todos los grupos de hombres y mujeres tienden a volverse dogmáticos. Sus creencias y sus prácticas se estancan y a veces se fosilizan. Se trata de un proceso natural y casi inevitable”.
Expuso entonces de qué manera dicha rigidez podía perjudicar a la comunidad.
“En ningún caso debemos pensar que Alcohólicos Anónimos tiene todas las respuestas y es la panacea para el alcoholismo”, dijo Bill, refiriéndose al trabajo de otras organizaciones de Estados Unidos y Canadá dedicadas a la investigación, la educación y la rehabilitación del alcoholismo.
“La investigación ya ha generado hallazgos útiles y significativos. Y generará muchos más”.
“Quienes se dedican a la educación están transmitiendo el mensaje de que el alcoholismo es una enfermedad y que se puede hacer algo al respecto”.
Luego habló del auge de centros de rehabilitación en Norteamérica y del número de personas alcohólicas tratadas en estas instituciones, aunque reconoció que “su acercamiento es a menudo muy distinto del nuestro”.
“¿Pero qué más da, si la mayor parte de ellas están o podrían estar plenamente dispuestas a cooperar con AA?”, preguntó.
“Creo que a menudo hemos menospreciado, e incluso ridiculizado, estos proyectos de nuestros compañeros”.
“Por tanto, deberíamos preguntarnos seriamente cuántas personas alcohólicas han seguido bebiendo porque sencillamente no hemos cooperado de buena fe con esas otras instituciones, independientemente de que sean malas, buenas o regulares. Es evidente que ninguna persona alcohólica debería volverse loca o morir sólo por no haber acudido de entrada a AA”.
Bill opinaba que el estancamiento y la fosilización de las creencias y las prácticas en AA era peligroso: “Como tenemos la certeza de que funcionan para nosotros, asumimos fácilmente que estamos en posesión de la verdad”.
“Cuando surge este tipo de arrogancia”, advirtió, “nos volvemos agresivos. Exigimos que todo el mundo esté de acuerdo con nosotros. Jugamos a ser Dios”.
“Este dogmatismo no es bueno. Es malo. Y mantener esta actitud resultaría especialmente destructivo para AA”.
Bill defendió el derecho de todos los miembros de AA a tener sus propias creencias y expresarlas libremente.
“Todo el mundo debe ser fiel a sus convicciones y AA no debe ser una excepción”. Además, señaló, “todo el mundo debería tener el derecho a verbalizar sus convicciones”.
Posteriormente, Bill retomó el tema de quienes habían acudido a AA pero no se habían quedado. “Decenas de miles de principiantes se acercan a nosotros cada año. Representan casi todas las creencias y actitudes que podamos imaginar”.
“Tenemos personas ateas y agnósticas”, dijo. “Tenemos gente de casi todas las razas, culturas y religiones”.
Y entonces Bill llegó al meollo de su mensaje en torno a la responsabilidad.
Se supone que en AA estamos unidos por la experiencia de un sufrimiento universal. Por consiguiente, nuestra prioridad debería ser la plena libertad para practicar cualquier credo, principio o terapia. Es decir, no presionemos a nadie con nuestras perspectivas individuales o colectivas. Otorguémonos mutuamente el respeto que merece todo ser humano que va en busca de la luz. Intentemos ser siempre incluyentes en lugar de excluyentes. Recordemos que toda persona alcohólica en nuestra comunidad es miembro de AA, siempre y cuando se declare como tal.
Hacia el final de su discurso, Bill habló de lo difícil que ha resultado el crecimiento de AA en momentos importantes de su historia. “Nuestros miedos, reticencias y rebeliones han sido enormes siempre que nos hemos enfrentado a grandes cambios en esta sociedad”, dijo.
“No debemos tener miedo al cambio”, concluyó. “Hace mucho que sabemos que, cuando una necesidad se manifiesta en un individuo, un Grupo o AA en su conjunto, no podemos permitirnos permanecer quietos y mirar hacia otro lado”.
La mayor parte de este discurso – con sólo pequeñas modificaciones – aparece reproducida en un artículo que Bill publicó en julio de 1965 en AA Grapevine, Responsibility Is Our Theme. Como hemos señalado, el tema de la Convención Internacional del 30º Aniversario de AA, celebrada unos meses después, fue “Responsabilidad”. Como respuesta a las inquietudes expresadas por Bill, los participantes adoptaron la Declaración de Responsabilidad. En un evento sumamente emotivo tras el discurso de Bill del 3 de julio de 1965 en Maple Leaf Gardens, en el centro de Toronto, más de 10.000 delegados, custodios y representantes de AA de 21 países se pusieron en pie, se dieron la mano y, liderados por Bill, recitaron juntos la nueva declaración de AA: “Yo soy responsable. Cuando cualquiera, dondequiera, extienda su mano pidiendo ayuda, quiero que la mano de AA esté siempre ahí. Y de esto yo soy responsable”. Inspirados por esta afirmación incondicional de inclusividad, los grupos agnósticos de AA siempre clausuran sus reuniones con esta declaración.